La gonartrosis

Hay que distinguir la osteoartritis femoro-patelar (35 % de los casos) y la osteoartritis femoro-tibial.

La osteoartritis femoro-patelar

Signos clínicos osteoartritis femoro-patellar

En la osteoartritis femoro-patelar, el dolor se sitúa en la cara anterior de la rodilla e irradia hacia abajo. Se declara fácilmente en las subidas, pero sobre todo al bajar escaleras, tras una fase de posición sentada prolongada, en cuclillas o de rodillas. Por el contrario, los dolores son moderados durante la marcha en terreno plano. Podemos encontrar signos de enganche doloroso, especialmente durante la marcha, y episodios de derrame, sobre todo al remitir los accesos dolorosos.

El dolor se despierta durante el examen:

  • Al realizar la extensión forzada de la rodilla;
  • Al realizar la percusión de la rótula sobre la rodilla doblada;
  • Al realizar el tacto rotuliano;
  • Al realizar la maniobra del cepillo (dolor declarado con el frotamiento de la rótula contra la tróclea);
  • Al realizar la maniobra de Zohlen: dolor cuando el examinador se opone a la ascensión de la rótula cuando se contrae el cuadriceps.

Estos signos clínicos son, en ocasiones, difíciles de interpretar: a menudo, el dolor de la rodilla es más difuso, lo que refleja la afección asociada de un compartimento femoro-tibial.

La osteoartritis femoro-tibial

El dolor que acompaña a la osteoartritis femoro-tibial se localiza con mayor facilidad en el compartimento interno (afección femoro-tibial interna más frecuente).
De tipo mecánico, aparece durante la marcha, en los ascensos y los descensos de escaleras, se alivia descansando y no despierta al enfermo, excepto en los cambios de posición.
Durante un acceso inflamatorio, el dolor se intensifica, con un recrudecimiento nocturno y presencia de un derrame articular en ocasiones abundante.

El examen de la rodilla se realiza de pie, luego andando y tumbado.
El examen de pie busca desviaciones axiales de los miembros inferiores (genu varum, genu valgum, o incluso genu recurvatum).
El examen andando permite poner en evidencia un aumento de un problema estático.

El examen en decúbito dorsal estudia la movilidad de la rodilla, busca sistemáticamente (incluso en ausencia de signos inflamatorios locales) un derrame intra-articular detectando un choque rotuliano y pone a prueba las estabilidades antero-posterior (conservada) y laterales (elemento fundamental en las indicaciones ulteriores de la cirugía).

En las osteoartritis evolucionadas, podemos ver deformaciones de la rodilla, con aspecto globuloso y, sobre todo un flexum.

Las trampas que hay que evitar

  • Una coxopatía: una movilidad normal y ausencia de dolor de la rodilla al realizar la palpación y la movilización deben incitar a examinar la cadera y realizar una radiografía de la pelvis.
  • Una artropatía metabólica: condrocalcinosis, crisis de gota.
  • Una patología ósea: fractura de la meseta tibial, tumor del acetábulo del fémur, enfermedad de Paget femoral y/o tibial, osteonecrosis del acetábulo femoral, algodistrofia de rodilla…
  • Una patología no osteo-articular: neuralgia crural, flebitis sural o poplítea, artritis femoral.
  • Una patología abarticular: esguince de rodilla, tendinitis cuadricipital, rotuliana o de la pata de ganso…